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La
separación, el divorcio o la ruptura de una pareja de hecho conlleva,
además de un proceso jurídico, un proceso de transformación personal,
familiar y social que afecta no sólo a los progenitores, sino sobre todo
a los hijos menores. Desde la óptica de los menores, este documento
trata de aportar a los adultos reflexiones que sirvan para que su
ruptura matrimonial o de pareja de hecho no sea perjudicial para sus
hijos/as.
Por ello, los profesionales que trabajan
en el ámbito de los Juzgados de Familia, sensibilizados por las
situaciones familiares que a diario conocemos, han considerado de
interés elaborar unas recomendaciones que ayuden a las partes a
comprender y afrontar mejor su nueva etapa familiar.
1.ª El divorcio es algo más que un proceso legal
Toda
ruptura familiar conlleva además de un proceso legal, un proceso
emocional, personal y psicológico que viven tanto los adultos como los
hijos/as de la pareja. El Juez y los abogados sólo le resolverán las
cuestiones legales, pero no las emocionales y afectivas. Ese proceso
emocional no acaba con el dictado de la sentencia, pues necesita un
tiempo para ser superado, siendo frecuente que tras el proceso judicial
surjan episodios de tensión entre los adultos y de éstos con los
hijos/as.
2.ª El problema no es el divorcio, sino el "mal divorcio"
La
ruptura de la relación entre la pareja no debería ser perjudicial para
los hijos/as. Es la mala manera de desarrollar esa ruptura de pareja lo
que acarrea consecuencias negativas para los niños/as. Los hijos/as
pueden superar la situación si sus progenitores cooperan entre sí para
llevarla a cabo de forma no traumática.
3.ª De común acuerdo todos ganan
Las
rupturas familiares en las que no existe acuerdo se centran en las
críticas mutuas y aumentan las tensiones entre los progenitores y demás
miembros del núcleo familiar, pues se basan en la búsqueda de un
culpable. En cambio, las rupturas de mutuo acuerdo favorecen el clima de
diálogo entre los progenitores y generan un ambiente más favorable a
las relaciones de los hijos/as con éstos, pues miran al futuro,
facilitando que cada uno asuma mejor su nueva situación.
4.ª Se separan los padres, no los hijos/as
La
separación, el divorcio o la ruptura de una pareja de hecho supone la
desaparición de un vínculo entre los adultos, iniciándose otro tipo de
relación familiar entre padres-madres e hijos/as. Procure que sus
hijos/as mantengan una buena relación con el otro progenitor.
5.ª La separación no supone la pérdida de ninguno de los progenitores
Ambos
progenitores, a ser posible conjuntamente, deben explicar a sus
hijos/as, de manera que puedan entenderlo, que se van a separar o
divorciar. Esta información debe transmitirse en un clima de coherencia,
confianza y cariño, pero sin alentar falsas expectativas de
reconciliación. Deben asegurar a sus hijos/as que seguirán siendo
queridos (evitar sentimiento de abandono), que no son culpables de nada
(evitar sentimiento de culpa) y que ambos progenitores van a seguir
ocupándose de sus vidas.
6.ª Los hijos/as no son propiedad exclusiva del padre o de la madre
Aunque
se haya conferido la guarda y custodia de los menores a uno solo de los
progenitores, ambos continúan siendo imprescindibles para el
crecimiento y maduración de los hijos/as y la ausencia de cualquiera de
ellos supone la falta de un soporte afectivo fundamental para su
desarrollo. Las actitudes de "posesión" sobre los hijos/as que excluyen
al otro progenitor perjudican gravemente a los menores. Han de evitarse
también actitudes que impliquen despreciar, minusvalorar o desautorizar
al otro progenitor.
7.ª El divorcio no pone fin a las obligaciones compartidas con respecto a los hijos/as
Tras
el divorcio el padre y la madre deben seguir manteniendo un diálogo lo
más fluido posible sobre todas las cuestiones que afecten a los
hijos/as. El cuidado diario de los menores requiere una organización y
distribución de tiempo y, aunque el ejercicio de la guarda y custodia lo
lleve a cabo principalmente uno de los progenitores, ambos continúan
siendo responsables al compartir la patria potestad. Ello significa que
como progenitores tienen la obligación de consultarse y comunicarse de
manera honesta, fluida, abierta y regular las decisiones importantes en
relación a la educación, desarrollo físico, intelectual,
afectivo-emocional de sus hijos/as. Deben evitarse las discrepancias y
contradicciones educativas para evitar chantajes emocionales, alianzas y
manipulaciones de los hijos/as.
8.ª Lo importante es la calidad de la relación con los hijos/as
La
relación de los hijos/as con el progenitor con el que no conviven
habitualmente ha de ser periódica, constante y gratificante. Es un
derecho de su hijo/a. La obstaculización, interrupción e inconstancia en
el régimen de relaciones repercute negativamente en la estabilidad
emocional de los hijos/as y les genera graves perjuicios psicológicos.
9.ª No utilizar a los hijos/as
Aunque
la relación de los adultos o su ruptura haya sido extremadamente
dificultosa a nivel emocional se debe dar prioridad a las necesidades de
los hijos/as. No utilice a sus hijos/as en el conflicto que le pueda
enfrentar con su cónyuge o conviviente, ni canalice a través de los
menores las tensiones que la ruptura le genere a usted.
10.ª Facilitar la adaptación del menor a las nuevas parejas
Es
frecuente que tras la ruptura uno o ambos progenitores rehagan su vida
sentimental con otra persona. La introducción de esa tercera persona en
la vida de los hijos/as ha de hacerse con tacto, y progresivamente, a
ser posible cuando la relación esté suficientemente consolidada. Debe
dejarse bien claro al niño/a que ello no supone renunciar a su padre y/o
madre.
Conclusión
Toda
ruptura con enfrentamientos graves entre los progenitores es vivida por
los hijos/as de forma traumática y como una pérdida, dejando huella en
su desarrollo.
Por ello es muy conveniente que en
todas las rupturas de pareja antes de iniciar un proceso judicial
contencioso se agoten siempre las posibilidades de acuerdo entre las
partes, intentándolo bien por sí mismas, bien por mediación de sus
letrados, o de otros profesionales (mediadores familiares). A través de
la Mediación Familiar ustedes y sus hijos/as pueden obtener una
respuesta más satisfactoria a su nueva situación familiar.
Recomendaciones
Lo que más beneficia a sus hijos/as (y que usted debe fomentar)
* Su comportamiento, actitud y valores como progenitores son un modelo de aprendizaje para sus hijos/as que tratarán de imitar.
*
Si dialogan entre ustedes sus hijos/as serán dialogantes. Si fomentan
su conflicto sus hijos/as probablemente serán conflictivos.
* Favorecer la relación de su hijo/a con cada uno de ustedes.
* Utilizar el diálogo y la comunicación entre los progenitores.
*
Mantener la coherencia, complicidad y unidad en los criterios
educativos a seguir, independientemente de con quién se encuentre el/la
menor.
* Transmitir a sus hijos/as cualidades positivas del otro progenitor.
* Los adultos deben tomar siempre las decisiones y no delegar en los hijos/as.
* Escuchar y comprender las protestas y sentimientos de sus hijos/as.
* Fomentar las relaciones del menor con los demás miembros del grupo familiar: abuelos, tíos, primos.
Lo que más perjudica a sus hijos/as (y que usted debe evitar)
* Creer que la sentencia judicial pone fin al conflicto familiar.
* Implicar a los/las menores en el proceso judicial.
* Delegar en ellos la toma de decisiones.
* Pelear, discutir y organizar escenas emocionales (llantos) o violentas (gritos) delante de ellos.
* Criticar al otro, padre o madre, o alejarlos de él/ella o dificultar su relación.
* Presionar a los niños/as en busca de información.
* Mandar mensajes a través de ellos.
*
Situarlos en medio del conflicto: utilizarlos como pretexto, como arma
arrojadiza, obligarles a tomar partido (aunque sea indirectamente).
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